Amics de la Rambla

Amics de la Rambla

Abril 2014 - Recull de premsa sobre La Rambla

30 d'abril de 2014

Dilluns, 7 d'abril de 2014
El Periódico

Pas de turistes davant del palau

El palau Güell estava en ombra ahir a les 14.30 hores. La cua per comprar entrades, tot i que no és la de la casa Batlló o la de la Pedrera, era notable. L’any passat el van visitar 254.609 persones. Fa dies que pel carrer de l’Arc del Teatre els turistes van perduts buscant el palau, un carrer més amunt. La seva última referència són unes banderoles, a la Rambla, que anuncien el palau. Solen parar davant del solar que va ser el Madame Petit, el prostíbul que ha passat a la memòria popular per ser l’introductor del bidet a la ciutat.
A l’edifici ocupat del carrer de Lancaster, hi fotografien una guitarra penjant i decideixen si seguir per aquell carreró que no els inspira confiança o tornar a terreny conegut. Divendres, una família d’italians tornava a terra segura. Són curiosos els passos que fan els visitants buscant un palau, reobert el 25 de maig del 2011 després de set anys d’obres, i que a les guies s’explicita que és patrimoni mundial de la Unesco des del 1984.
¿Ha canviat Nou de la Rambla per la reobertura del palau? Ho pregunto al pàrquing Edén: «Vorera més ampla», «més turistes». El Edén va ser el music hall més popular de Barcelona durant la primera guerra mundial: vesper d’espies, de tanguistes. Observo els turistes que es creuen davant del palau. Provenen de la Rambla i del Paral·lel: no tots s’aturen al palau.
Des que la ciutat ha estès l’oferta d’hotels al Paral·lel i hi ha pisos turístics al Poble-sec, Nou de la Rambla, carrer que es va obrir el 1788, torna a ser la connexió que va ser a la dècada dels 50, quan els veïns del Poble-sec i de Montjuïc baixaven a comprar a aquest carrer i aquí hi havia sabateries, pastisseries, cellers, botigues, bars...
Ara hi abunden els menjars asiàtics i els badulaques . En els últims dos o tres anys uns quants restaurants han canviat de nom i han reformat o obert hotels. Veig cartells de «en traspàs» i, estranyament per a l’època, també n’hi ha de «llogat». I, és clar, hi ha oferta de lloguer d’apartaments i de bicis.
A la pastisseria La Estrella, Ferran Pujol, 84 anys, atén un senyor que ahir va menjar tortell. Un altre home li paga. El Ferran li diu que ja li pagarà els 30 cèntims; no el vol carregar de xavalla. La pastisseria va obrir el 1825. Güell va encarregar l’obra a Gaudí el 1885. Li pregunto si, d’alguna manera, el palau ha marcat la història del carrer. «No».
El seu primer record del palau, que ara pertany a la Diputació, es remunta a la dècada dels 40: la policia va hi retenir la seva mare unes hores. ¿I des que el van reobrir? Més turistes, sí, però «molts entren uns metres al carrer, el visiten i tornen a la Rambla».
El Ferran se’n recorda d’El Edén, de quan era cine. També que la seu de Metges sense Fronteres era un altre cine. La làmpara de la pastisseria és una aranya de cristall i els aparadors són delicats. «Del 1950», quan els seus pares van reformar la pastisseria. És ell qui m’explica que, en els temps en què es va fer la reforma, el carrer era l’eix comercial de la zona, les botigues obrien les 24 hores del dia.
Entra una turista; parla anglès. El Ferran se’n riu quan li pregunto on va aprendre l’idioma. Suposo que la Sisena Flota corria per aquí. Em diu que tanca al migdia, que té el menjar al forn i jo sóc conscient que aquesta Barcelona segueix sent poble, malgrat les ànsies de modernitat i els milions de turistes, i que llocs com La Estrella, on et fien 30 cèntims, la fan humana.

Dimarts, 8 d'abril de 2014
El País

El Arts Santa Mònica prosigue su cambio a ‘escaparate’ de la producción cultural

Más actividades y ciclos de música, más encuentros de poesía, más fotografía y más talleres y encuentros, pero menos exposiciones. La nueva línea marcada por el Departamento de Cultura de la Generalitat para el Arts Santa Mònica sigue su camino para convertir el centro de la Rambla en un “escaparate” y un espacio de encuentro para profesionales del ámbito cultural de Cataluña. Es lo que se deja ver de la programación preparada para este segundo trimestre del año 2014 que ayer presento la directora del espacio Conxita Oliver acompañada del director de Creación y Empresas Culturales de la Generalitat Jordi Sellas.
El cambio le ha sentado bien al Santa Mónica, según explicó Sellas: En el primer trimestre de este año han acudido a alguna de las citas y exposiciones del centro 29.328 personas, casi 2.700 más que el trimestre anterior. Bien relativamente, si tenemos en cuenta que cada año pasean por las ramblas millones de personas. La mayoría de los visitantes siguen viendo las exposiciones, pero en los tres primeros meses del año, lo que más crece es el número de personas que acuden a alguna de las múltiples actividades. Sobre todo por haber organizado encuentros como los de Europs Creativa, Digital4C o el Mobile World Congress.
Entre las actividades más destacadas para los próximos meses, aparte de la ya inaugurada exposición sobre el dibujante Max (hasta el 13 de abril); Síntesis con las mejores propuestas creativas de los artistas que participan en Tallers Oberts, y que hasta el año pasado se celebraba en la sede del FAD (del 6 de mayo al 1 de junio); la primera exposición de Cataluña Creativa que unirá la creatividad y la tradición, con el fin de abrir el debate sobre el fenómeno creativo catalán. En este caso se expondrán las iniciativas más brillantes surgidas desde 1999. También se podrá ver una serie de trabajos de videocreación que reflexionan sobre el entorno físico, geográfico y humano dentro del festival Loop. También podrá verse la segunda semana de Fotolibro (del 13 al 18 de mayo); dentro del festival Docfield (del 17 de junio al 14 de septiembre) en el Santa Mònica se podrá ver la exposición The Julie Project, de la americana Darcy Padilla, con imágenes realizadas durante seis años alrededor de una mujer con VIH que le valió un world Press Photo en 2011. También se celebrará, coincidiendo con la festividad de Sant Jordi, la V edición del Arts Llibris, la feria internacional del libro de arte, forografía y diseño de Barcelona.
El centro de la rambla también será la sede entre el 5 y el 8 de junio de la primera feria B’Ars. Barcelona Internacional Arts & VFX Fair de efectos visuales para cine, televisión y videojuegos, que ha puesto en marcha la Generalitat, con la finalidad de poner en contacto a profesionales, estudiantes y amantes de los efectos visuales. Está previsto la participación de figuras como Ryan Chruch creador de las naves de Star Wars o Marco di Lucca, responsable en 3D de criaturas de Avatar o un director de arte como Virginie Bourdin creador de Godzilla y X-Men, además de talentos locales como Felix Balbas (también director del festival) responsable de personajes de Avatar o El señor de los Anillos o monstruos de Harry Potter.

Dimarts, 8 d'abril de 2014
La Vanguardia

Vermut con sabor a Rambla en el Núria

Ramblear un domingo por la mañana con buen tiempo es sumergirse en la esencia de Barcelona. Pero pocos barceloneses acaban tomando una bebida y unas tapas en una de sus terrazas, territorio turista. El Núria, uno de los bares emblemáticos del paseo, se ha renovado a sus 90 años con la intención de huir de este tópico y ofrecer al público local un lugar donde disfrutar de la Rambla y la gastronomía sin que el bolsillo se resienta con precios desorbitados.

“Llevo 20 años en Barcelona y he paseado mil veces por la Rambla”. Quien nos habla es Antxon Arribillaga, el chef del bar-restaurante. Nos lo encontramos enfundado en su uniforme blanco de cocinero y, como buen vasco, habla sin pelos en la lengua. Nos confiesa que él tampoco está dispuesto a que le atraquen en ningún bar por tomarse una caña. “Hoy, todo el mundo busca gastarse menos de 20 euros con un servicio de 50″, nos remarca Antxon, cuya filosofía en el Núria es precisamente esta.
El renovado Núria es una sucesión de rincones: afuera, cuatro mesitas a pie de Rambla; dentro, una primera barra para tomarse un vino o un vermut con un platito de jamón o unas ostras del Delta del Ebro y grandes mesas para compartir espacio con otros comensales. Un poco más adentro, otra barra, la del tapeo, y tres filas de mesas. En las paredes, lucen varios cuadros que explican la evolución del bar a lo largo de las décadas. Sobresale el dibujo que firma Miquel Ferreres, basado en los años 50 y con personajes famosos. Es un poco como la imagen del local, ya que lo encontramos en los salvamesas individuales o en los letreros que indican los WC, con la imagen de Lola Flores y Winston Churchill.

Subiendo las escaleras, a mano izquierda, hay una especie de palco con una mesa para diez, como un reservado que incluye una zona de sofás para las copas. Nos fijamos en el curioso catálogo de turistas, obra de Laura Carreira, que cuelga de una de las paredes, muy cerca del dibujo de Óscar Nebreda, que muestra las celebraciones de los culés en Canaletes. El piso superior está dedicado al restaurante Bacco, un comedor con una carta más completa (ofrece más variedades de arroces y risottos, por ejemplo) y donde se sirve el menú diario. Vale la pena reservar una de las cuatro mesas de la cristalera para contemplar el paseo barcelonés por excelencia. El comedor del piso subterráneo tiene un ambiente más de bodega, pensado para un público juvenil y familias con niños.
Nosotros nos quedamos en la planta principal, en la primera de las barras, donde luce su pezuña un jamón ibérico. Hemos entrado con la intención de probar el cóctel Núria, ideado por la vecina coctelería Boadas de la calle Tallers. Al otro lado de la barra está Francesc, que nos explica que el vermut, alma base de esta bebida, es de Casa Mariol, de la Terra Alta, “más espeso que el Martini”. Se trata de un macabeo macerado con más de 150 hierbas, al cual le dará un toque de perfume de absenta de 70º y aire de ginebra.
Francesc pone el vaso de cóctel en la barra, el hielo se desliza dentro, le da dos perfumadas de absenta, le añade el vermut y, finalmente, el gran secreto: el topping de ginebra, que es “como la espuma de la cerveza”. Por eso, nos recomienda que nos lo bebamos como una caña, porque, sino, esa suave espumilla hace toser, lo cual, no deja de ser divertido. La bebida que Boadas ha creado para el Núria se completa con una oliva, pero Francesc, en su afán perfeccionista, nos explica que aún están buscando la variedad más adecuada. No se hable más. Sin perder tiempo, echamos el primer sorbo al cóctel. Los dos coincidimos que el primer trago resulta extraño, intrigante, pero en el segundo, el paladar empieza a disfrutar del sabor y la textura.
Nos dejamos aconsejar y Francesc nos sirve algunas tapas representativas del local,  como las patatas fritas (las traen expresamente de Corominas, en Badalona), unas olivas maceradas, unas bravísimas del Núria (unas bravas muy bien cocinadas), probamos las croquetas de jamón (muy recomendables) y las deliciosas ostras del Delta del Ebro (tan cerca que las tenemos y qué defenestradas que están en nuestros mercados, cuando son excelentes).  Una de las novedades del renovado Núria es que sirven los bocadillos de siempre pero con pan de coca. Decidimos probar el más ramblero, La Rambla, con calamares a la romana y alioli.

Nos fijamos a nuestro alrededor. En una mesa hay un grupo de chicos y chicas alemanes (unos comen paella, otros platos combinados…), un poco más allá hay una pareja de ingleses que diríamos que desayunan (café con leche y una pasta), detrás nuestro hay un grupo de ocho mujeres (no son de Barcelona, sino de comarcas: “¿Qué pedimos?”, pregunta una en voz alta, “algo que no hagamos en casa”, responde otra). Una pareja de barceloneses ha entrado al bar para comerse un par de bocadillos. Efectivamente, turistas y locales conviven en un mismo espacio. Esta es la Rambla, punto de encuentro de extraños y conocidos.
 
Sencillos detalles, pequeños placeres
-La carta del Núria está pensada para todos los públicos. Sobresale el producto de Km 0 (algunos vienen directamente de la vecina Boqueria) y diferentes clases de paellas, pero en la carta no faltan algunos ‘clásicos’ como el filete de ternera (de Girona), hamburguesas o pastas. Los menús diarios son ligeros, de menos de 12 euros, donde predominan las ensaladas y las carnes y pescados a la plancha. También han pensado en los más pequeños, que pueden escoger entre tres menús infantiles. La carta de vinos incluye una quincena de referencias catalanas y de DO clásicas, como Rioja o Ribera del Duero (la oferta a copas es bastante más limitada que a botella). Nosotros os recomendamos lo más genuino. En el apartado de los piscolabis, por ejemplo, encontramos los famosos bocadillos Barcelona (lomo, bacon y queso), Canaletes (pechuga de pollo, queso y pimiento verde) o Pelai (pepito de ternera con pimiento rojo escalibado).
-Una mesa ideal para parejas es la que hay justo a la entrada a mano derecha. Es una mesita circular con un par de sofás con vistas a la Rambla. Con respecto a las cuatro mesas del exterior tiene una gran ventaja: al estar dentro, no te aplican el recargo del 10% de la terraza.
-Un domingo al mes hay rumba en directo, con promoción de platillos a la hora del vermut.

Dijous, 10 d'abril de 2014
La Vanguardia

Las floristas de la Rambla pelean por su supervivencia

Los floristas de la Rambla afrontan un futuro incierto a medida que el paseo pierde acento local | Los puestos tratan de sobrevivir a base de ramilletes secos y cactus en dedales | La indiferencia de los barceloneses por su paseo da fuerzas al souvenir 'low cost'

Las guerras no las gana nadie, las pierden todos. Y los barceloneses y su Rambla van camino de convertirse en los grandes perdedores de la agria contienda que desde hace meses mantienen el Ayuntamiento y los floristas del mayor escaparate de la capital catalana. El proceso de conversión, actualización, modernización o cómo se le quiera llamar de los tradicionales puestos de plantas y flores del populoso paseo va camino del fracaso. El futuro de los últimos puestos tradicionales de la Rambla es muy incierto.

Ahora, en lugar de recuerdos con forma de plato de paella que se pega a la nevera, simpáticos toros sobre la leyenda de Barcelona y alguna silueta del templo de la Sagrada Família que desde hacía años ofrecían a un euro y que arreglaban y salvaban sus cajas registradoras, los floristas, hartos de actas, multas e inspecciones, buscan soluciones de emergencia, prueban a ver qué pasa y tratan de comercializar imanes sujetos a un dedal con una flor seca o un cactus. O unos vasos muy decorados con todo lo necesario para montar un pequeño jardín: unos bulbos, un poco de tierra comprimida... Muy cucos. Como los trozos de césped que evocan el Camp Nou. A uno, tres o cinco euros a lo sumo. Tres por diez. Lo que pasa es que estos nuevos productos que en principio más o menos se ajustan a sus permisos de actividad no les apañan las cuentas tal y como hacían aquellos imanes, en verdad irregulares, a un euro . Las flores de toda la vida, lamentan los floristas, hace años que apenas se venden.

Hace meses el Consistorio prohibió a estos puestos tradicionales que continuaran vendiendo recuerdos de bajo coste. Lo venían haciendo desde hacía años. Y les propuso que ofrecieran a los viandantes unos artículos de diseño exclusivo bajo la marca de la Rambla de les Flors. Los floristas dijeron que eran muy caros, que la gente ya no va a la Rambla a comprar flores, que los turistas sólo adquieren imanes baratos y que desde hace tiempo sobreviven gracias a estas piezas a un euro. Las flores lo que dan es color. Las negociaciones se tradujeron en hostilidades. Hoy las conversaciones agonizan.

Y si la situación no se reconduce, la Rambla perderá una de sus últimas tradiciones. Las pajarerías de siempre son hoy puestos de raciones de macedonia, vasos de zumo y recuerdos. Y los exhibidores de pulseras, imanes y baratijas apenas dejan ver los diarios de los quioscos. El low cost se extiende. Los manteros ya no se instalan sólo en el Portal de la Pau, ahora que arranca la temporada turística y llega el buen tiempo y los guiris suben y bajan a todas horas por el paseo. Ahora los manteros ofrecen su mercancía en el tramo central de la Rambla.

Y el debate de fondo se repite: la apuesta de la ciudad por el turismo, por el motor económico que mejor atempera esta dura época. Su coste es la propia Rambla, desde hace tiempo ninguneada por la mayor parte de los barceloneses. A muchos barceloneses no les gusta pedir una cerveza y que les planten una jarra de litro, o litro y medio. Si el Ayuntamiento se empeñó en que los floristas no vendieran recuerdos de bajo precio, fue para dignificar el comercio de la zona, porque todo lo que ocurre en la Rambla repercute en la imagen internacional de Barcelona.

Un reciente estudio de la entidad Amics de la Rambla, que constata la falta de variedad comercial del lugar y deja claro que el souvenir es el producto más demandado, concluye que la manera de mantener y reforzar el papel de la Rambla como generadora de riqueza para toda Barcelona es hacerla de nuevo atractiva para sus ciudadanos.

"A los turistas no les gustan los parques temáticos -explican-, sino los lugares donde conviven con los autóctonos. En la Boqueria aún vemos esta mezcla. La reconversión de los floristas debe reconducirse. No podemos permitir que se repita el desastre de las pajarerías. Ni que los puestos de flores se dediquen a la venta de souvenirs. No queda otra que lograr que los barceloneses recuperen la costumbre de comprar flores en la Rambla. Para ello hace falta nuevos atractivos". 

"Estamos tanteando las tacitas y los dedales -explica José Moyà, portavoz de la mayoría de los floristas de la Rambla-. Los imanes a un euro suponían el setenta por ciento de nuestros ingresos. Nosotros podíamos ofrecer flores y dedicarnos a las flores porque vendíamos imanes baratos. Ahora tenemos que encontrar sustitutos que nos den para vivir. Los nuevos productos se venden, pero no tanto... Veremos cómo transcurre el verano, cómo se comportan los turistas. El problema es que cada vez tenemos menos margen de maniobra, y sobre todo menos ahorros".

Moyà es sólo el representante de la mayoría de los floristas porque tres puestos van por otros derroteros. Carmen Romero aceptó vender los artículos propuestos por el Ayuntamiento, la línea de recuerdos de supuesta calidad y estilo, y dice que algunos se venden mucho mejor de lo esperado, pero que aun así no sirven para compensar el hueco que dejaron aquellos imanes... "Pero nunca aparecerá un producto que suponga nuestra salvación. Si queremos vender flores, hemos de conseguir que los barceloneses regresen a la Rambla, y sólo lo harán si encuentran de nuevo razones". 

"Ya no se puede vivir del paseante -tercia Carolina Pallés, responsable de uno de los dos únicos puestos que jamás vendieron souvenirs-. Si quieres sobrevivir vendiendo flores en la Rambla, tienes que hacerlo a base de encargos, gracias a una lista de clientes que te conocen de siempre. Nosotros estamos aquí desde 1888. No, no sé cómo lograr que los barceloneses vuelvan a la Rambla. El estropicio ya está hecho. La ciudad ya está vendida".

 http://www.lavanguardia.com/local/barcelona/20140410/54405649085/floristas-rambla-pelean-supervivencia.html#ixzz2yT8bCink 

Divendres, 11 d'abril de 2014
La Vanguardia

La Rambla de Barcelona acoge Jamón Experience, el primer espacio del mundo dedicado al jamón

Ocupa la antigua sede de La Casa del Llibre con más de 2.000 m² interactivos y ofrecerá proyecciones inéditas en 3D, audiovisuales, experiencias sensoriales y degustaciones

Barcelona. (Redacción).- Barcelona tendrá en breve el primer espacio del mundo dedicado exclusivamente ha dar a conocer el jamón, Jamón Experience. De la mano del gran interés que despierta en todo el mundo la gastronomía española y del prestigio que tiene fuera de nuestras fronteras un producto como el jamón ibérico, la empresa Enrique Tomàs ha decidido materializar un museo del jamón que dé una visión amplia de el proceso de elaboración y degustación de este manjar que se cría en la dehesa extremeña pero que se comparte y disfruta cada vez más en todo el mundo.
El proyecto, liderado por el empresario catalán, cuenta con el aval del tejido empresarial de la zona y las instituciones públicas, y cuenta con la firma del reconocido arquitecto Dani Freixes. Jamón Experience estará ubicado donde estuvo la Casa del Llibre en la Rambla, en un espacio que supera los 2.000 m2 y pretende atraer la visita de las 100 millones de personas que recorren cada año esta arteria clave de la ciudad de Barcelona.
Según el empresario jamonero explicó hace unos meses cuando se dio a conocer por primera vez el proyecto que ahora ya es una realidad, una de sus principales bazas para atraer a los visitantes será la inclusión de una cata de jamón, aderezada con vino y cerveza, en el pase de entrada al museo. "Queremos que la gente salga con la sensación de que lo que le han dado vale más de lo que ha pagado", ha sostenido Tomás, que ha indicado que aún no han definido la inversión que supondrá la puesta en marcha de esta instalación, ya que están a la espera de que cuatro despachos de arquitectos les presenten sus propuestas para dirimir cuál se ajusta más a su idea.

http://www.lavanguardia.com/ocio/20140410/54405672670/rambla-barcelona-jamon-experience-espacio-jamon.html#ixzz2yZDSupmS 

Dilluns, 14 d'abril de 2014
La Vanguardia

La Rumbeta, la rumba de la Rambla

El placer de hoy: noche de tapaeo rumbero
Joaquim Xirau está considerado el filósofo catalán de los valores. Para él, educar era sinónimo de “hacer vivir” y de “dar vida”. Muy cerca de la Rambla, en una plaza que lleva su nombre, dos amantes de la música Marca Barcelona, Joaquim Fàbregas y Jordi Tomás, han abierto La Rumbeta, que pretende ser una especie de santuario ‘xirau’ donde revivir y reanimar el género barcelonés por excelencia.
La rumba tuvo su eclosión en la capital catalana de la mano de Peret o Los Manolos gracias al escaparate de los Juegos Olímpicos de 1992. Después, pasó unos años de engañoso letargo, periodo durante el cual parecía pedir a gritos otro gran altavoz para reivindicarse. Esta noche, nos dirigimos a La Rumbeta con la idea de comprobar si, realmente, por fin, Barcelona tiene su casa de la rumba.
Son las nueve y media pasadas. Llegamos tarde. “¿Vais al concierto?”, nos pregunta una chica en la entrada. “Sí”, contestamos, mientras escuchamos de fondo los cuatro elementos que nos van a acompañar a partir de ahora: guitarra acústica, bongos, muchas palmas y la voz de la diversión. No hay duda, el espectáculo ya ha empezado. Nosotros bajamos las escaleras y la primera melodía rumbera sube por ellas, como queriéndose escapar del local y propagarse por toda la ciudad.
Cuando llegamos abajo, la Rufino Band ya está en plena faena en el escenario. Tres guitarras, unos bongos, un cantante, dos coros. Todos ellos (y ellas) perfectamente uniformados. Destacan el negro y el blanco. Parece que la fiesta está en todo lo alto, a juzgar cómo se lo están pasando en las primeras filas. El local es como una cueva de piedra donde habita el duende de la música: al fondo, los músicos y, hasta llegar a ellos, mesitas redondas diseminadas, en torno a las cuales se sientan sobre todo parejitas de amigos y de más que amigos, aunque hay grupos más numerosos e incluso alguna familia con hijos. Hay turistas, se ve a simple vista, pero también algún autóctono. Cada uno, con su bebida y con su fuente de embutidos y pa amb tomàquet. La velada es una cena de tapeo-concierto rumbero.
Nos sentamos. Ella pide una copa de vino y Él una cerveza, que nos sirven con el correspondiente acompañamiento gastronómico. “Y todos vosotros con los brazos arriba”, invita Rufino al público. La catarsis ya está creada. Hemos llegado cinco minutos tarde y nos da la impresión que lleven diez canciones, cuando, en realidad, van por la primera. Todo el mundo parece estar ya poseído por la diosa rumba. “Bona nit, benvinguts a La Rumbeta”, proclama Rufino, antes de explicar (con una divertida traducción al inglés simultánea) que “la rumba es parte de la cultura originaria de los gitanos catalanes”. “Se caracteriza por la forma de tocar la guitarra”… Y, ese instante, un solo de guitarra introduce el popular “A, e, i, o, u… borriquito como tú”…
A partir de ese momento arranca una hora larga de concierto, en el que la silla donde se sienta el espectador, en realidad, no es para sentarse, sino simplemente una excusa para no estar de pie, ya que es imposible no mover el esqueleto. El espíritu y el alma de Peret, El Pescaílla o Gato Pérez está muy presente y, especialmente, el de los Gipsy Kings, más identificables para el público foráneo.
La Rufino Band de La Rumbeta, creada para la ocasión, demuestran que son un grupo de músicos y cantantes mayúsculos. La fuerza de Rufino Bravo es arrolladora y el bello temple de Alba Bioque hipnotiza, fascina y hechiza, como la gitana hechicera. Y qué bien se lo pasan sobre el escenario, una diversión y una pasión que transmiten a los espectadores. “¿Nos vamos o nos quedamos?… ¿Nos vamos o nos quedamos?”… Rufino lanza sus mensajes de ida y vuelta entre el público, continuamente ejerciendo de maestro de ceremonias de un espectáculo rumbero lleno de gracia de la de Gràcia, aunque con algún guiño al turista más perdido, como cuando el cantante se saca un cartel en inglés donde se puede leer: “Repeat, please”. Y es que el ‘humor turístico’, que ya encontramos en otros locales de la ciudad, como El Molino, también forma parte de esta nueva rumba cosmopolita.
Las guitarras de la Rufino Band son excelentes; los bongos están a la altura, y las palmas suenan y resuenan arrolladoras. El show tiene sorpresas, aunque todo está perfectamente sincronizado dentro de la desenfadada puesta en escena rumbera. Cuando se le pide a María, la camarera, que cante; María sube al escenario y lo borda. Cuando los guiris tienen que talarear el Hotel California, todos se apuntan, y no pasa nada (al contrario) si alguien se anima a subir a bailar al escenario.
“¿Sabes que el Yo soy aquel de Raphael también tiene su versión rumbera?”… Entre canción y canción se puede oir alguna conversación de entendidos en el género, lo que da caché al público. Pero, no es una noche para hablar, sino para escuchar, cantar y bailar. Y es que a medida que avanza el recital y llega a su fin hay más espectadores que se deciden a ponerse de pie, sean o no guiris. “I la moto cap aquí i la moto cap allà”… acompaña Rufino gesticulando. De vez en cuando se saca un abanico del bolsillo del pantalón. La temperatura sube y sube hasta el momento en que el público debe gritar “otra, otra, otra” para animar a los artistas a ofrecer alguna propina, que, finalmente, llega “volando” con la entonación delVolare.
Con el “volando voy, volando vengo” llegamos a esa Gitana Hechicera que nos demuestra que “Barcelona es poderosa, Barcelona tiene poder”, que Rufino, hábilmente, transforma en “La Rumbeta es poderosa, La Rumbeta tiene poder”. Las palmas se convierten en aplausos. Uno tiene la sensación, la esperanza y la sana nostalgia de ver renacer aquel rumbismo olímpico de principios de los 90. Ojalá resurja sin corromperse ni perder su característico acento barcelonés. El tiempo y el público lo dirán.
 
Sencillos detalles, pequeños placeres
-Si os gusta la rumba de verdad es mejor que os hagáis socios del club rumbeta a través del facebook del local. Podréis disfrutar de los conciertos sin guiris y os costará más barato que los 42 euros de la entrada habitual (espectáculo + degustación gastronómica).
-Podéis tomar un vino y hacer unas tapas en el bar de La Rumbeta. Está en el número 7 del Passatge d’Escudellers, a dos pasos de la sala de conciertos. Los dueños aseguran que se han inspirado en locales como El Xampanyet.
-Podéis comprar productos de La Rumbeta si acabáis siendo muy fans del local, desde camisetas y tazas a un porrón, como el que os sirven lleno de vino si lo pedís durante los conciertos. Los impulsores de esta casa de la rumba están pensando incluso en abrir franquicias en otras ciudades y países.

http://blogs.lavanguardia.com/menage-a-dos/?p=3024

Dilluns, 14 d'abril de 2014
El País

Los yates de lujo cambian el rumbo de la futura sede del Hermitage

Las administraciones buscan una nueva ubicación para la franquicia que el Hermitage de San Petersburgo quiere instalar en Barcelona. Un año y medio después de que se conociera la intención de instalar una sucursal del museo ruso en dependencias de la Autoridad Portuaria de Barcelona (APB) próximas al hotel W, el proyecto ha dado un giro inesperado: La primera opción para albergar el proyecto museístico se ha descartado y se ha optado por una nueva ubicación en el edificio de la Nueva Aduana del Puerto del paseo Josep Carner, número 27, propiedad del Ministerio de Hacienda.
Tanto el Ayuntamiento de Barcelona como la APB, preguntados por este diario, se negaron a hacer “comentarios” sobre estos planes, pero fuentes conocedoras de las negociaciones reconocen los cambios en el proyecto, aunque apuestan por la discreción para evitar entorpecer el acuerdo definitivo.
El motivo del cambio de ubicación está en el creciente peso que está tomando el clúster náutico promovido por el Ayuntamiento de Xavier Trias que incluye la futura marina de lujo.
El edificio que se ofrecía anteriormente está situado justo al lado de las instalaciones de la empresa Marina Barcelona 92(MB'92), dedicada, desde hace más de dos décadas, a la reparación y mantenimiento de grandes y lujosos barcos de placer que no ha parado de crecer y extender sus instalaciones por el puerto de Barcelona. En la actualidad ocupa 76.000 metros cuadrados en la nueva bocana del puerto, donde cuenta con varios muelles de atraque para barcos de hasta 200 metros de eslora.
Junto a uno de estos diques, donde hace unas semanas estaba varado el yate Eclipse, propiedad del magnate ruso Román Abramóvich, están ubicadas las tres naves (2.300 metros cuadrados) que tenían que acoger el museo del Hermitage de Barcelona, una franquicia impulsada por el banco andorrano MoraBanc, que aportará parte de los 30 millones de euros presupuestados para la operación. El museo albergaría entre 150 y 250 piezas durante 30 años y cuyo proyecto museográfico dirige el doctor en física y director científico de la Fundación La Caixa, Jorge Wagensberg.
Fuentes conocedoras del proyecto explican que el astillero MB'92 no ha visto con buenos ojos la instalación de este museo por considerar que es incompatible con la actividad industrial que desarrolla en la zona, ya que impide su proceso de expansión en busca de más espacios. Incluso habrían convencido a la Autoridad Portuaria de Barcelona de la necesidad de buscar alternativas a esta ubicación. Desde MB’92 aseguran: “No hemos obligado a nadie a cambiar sus planes con respecto al museo ruso, ya que nunca hemos tenido información oficial de que se fuera a instalar en esta zona un museo”.
Por su parte, la empresa Cultural Development Barcelona, administrada por la diseñador Ujo Pallarés, que capitanea el proyecto desde sus orígenes, niega que el futuro museo haya cambiado de sede: “Se sigue trabajando en el mismo edificio, pese a que nos han ofrecido muchas cosas y se han barajado diferentes lugares”. Y explican que en poco tiempo harán públicos todos los detalles “y se dará respuesta a todas las preguntas planteadas”. Según aseguran: “El proyecto definitivo no tendrá nada que ver con lo que se ha difundido en imágenes, ya que ha evolucionado mucho en este tiempo”.
El nuevo emplazamiento para la sede barcelonesa del museo ruso del Hermitage en la Nueva Aduana —construido por Enric Sagnier en 1902— resolvería la dificultad de compatibilizar una actividad cultural y otra industrial. Además, el museo estaría ubicado en un lugar más céntrico y mejor comunicado: al final de Las Ramblas que recibe la visita de millones de personas cada año. Justo delante se encuentran las Drassanes, sede del Museo Marítimo y al lado del World Trade Center y las terminales de pasajeros del puerto.
En contrapartida, la zona del final del paseo de Joan de Borbó, no muy bien comunicada, pierde puntos para la dinamización que anhelaba el Ayuntamiento. La cuestión es si el cambio de emplazamiento permitiría mantener el calendario de obras previsto por la promotora Cultural Development, que fijaba para el próximo mes de septiembre el inicio de la adaptación de los edificios. La sede planteada ahora está ocupada por una delegación de Hacienda. El Ministerio no respondió ayer a este diario si estaba estudiando la posibilidad de ceder el espacio al museo.
En todo caso, la APB deberá hacer un cambio de usos del suelo para permitir que el proyecto salga adelante. Los dos edificios se encuentran dentro de los límites jurisdiccionales del puerto, por lo que todo cambio ha de pasar por el consejo de administración.
La compañía admite que el calendario ideado inicialmente está superado y que la idea inicial de presentar el museo en Barcelona con una exposición previa en un edificio emblemático de la capital ha quedado finalmente descartado. Inicialmente, estaba previsto que el Hermitage barcelonés abriera las puertas en 2016.

Diumenge, 20 d'abril de 2014
El Periódico
Carta d'un lector

Retomemos la Rambla

Oriol Espuny (Barcelona)
Cada mañana paso por enfrente de las floristerías  de la Rambla. Observo una de ellas en la que las flores ya lucen temprano. Se percibe el esmero para que todo esté perfecto y limpio, hasta la chaquetita azul del dependiente parece recién alisada. La salvación de las floristerías de la Rambla pasa por lograr que el barcelonés encuentre gusto en corretear por ella y llevarse un ramo a casa. Muchos piensan que la Rambla ya no les pertenece. No es solo de flores de lo que hablamos, sino de la supervivencia de la identidad del centro. Hay aún pequeños negocios de precios justos y trato agradable que resisten entre lo superfluo. Vayamos y comprémosles un ramo. Basta de huir de nuestra Rambla, la Rambla será como el barcelonés quiera que sea, no la dejemos de lado, reconquistémosla, hay mucho en juego.

LA RAMBLA DE BARCELONA
La Rambla és un dels indrets de Barcelona on bull més activitat, una ciutat dins d'una altra ciutat.
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